lunes, 27 de abril de 2009

Los virus



Cunde el pánico por la influenza. No es para menos: por lo que se sabe, es un virus bastante contagioso y contra el cual el cuerpo no tiene defensas naturales, pues no existía antes, no al menos en la modalidad que ahora nos ataca. La buena noticia es que hay cura.
Nosotros, los sufridores mexicanos, dignos herederos del espíritu alcohólico y sentimental de San Pedro el Infante, estamos ya más o menos acostumbrados a los virus. Si no me creen, les pongo un ejemplo: desde julio del 2006 nos invadió un virus mutante, muy contagioso y aglutinante: López Obrador. Sé que está medio raro eso de juntar ambas cosas, pero cuando pienso en la influenza, se me viene a la mente, de forma automática, el rostro iracundo y siniestro del Gran Pejelagarto.
Evidentemente, no cometería el asalto a la razón de culpar al PRD de la epidemia. Solo digo que las enfermedades se crean por los ambientes sucios y, si seguimos tal regla, cabe la posibilidad de que esta curiosa situación en la cual nos encontramos haya nacido en las casillas electorales de los procesos del sol azteca. Un baño público en un día ardiente y húmedo, sin agua, resulta más reconfortante que esas elecciones antihigiénicas.
El anterior, según los que saben, resulta el virus más maligno: un engendro del mal. Pero no es el único, ni el más antiguo. Hay otro que se llama PRI. Es el más viejo de todos y es increíblemente mutable, a tal grado que puede pasar por cura, siendo todo lo contrario. Sigue siendo la enfermedad más común en nuestro país y funciona de maneras poco ortodoxas: primero promete, después construye terriblemente mal y luego nos pide, nos exige, que le demos las gracias.
Así, nunca faltará un alma sencilla que nos dirá: “al PRI le debemos el IMSS, el ISSTE, PEMEX, CFE, el Ejército que tenemos, las policías que tenemos, las carreteras por las cuales acostumbramos viajar…” Para ese entonces, muchos se quedan en silencio, con ojos dubitativos, al darse cuenta que están mencionando a puros elefantes blancos. No sé a ustedes, pero a mí nomás no me nace agradecerle al PRI las policías temibles y delictivas que “nos protegen”, las carreteras llenas de baches e inseguras (o alguien me dirá que está feliz de la vida con ellas?). Tampoco me llega la inspiración necesaria para declamar loas al PRI, y al nido de ratas que acoge amorosamente en su seno, cuando pienso en la empresa petrolera que nos han legado o en la de electricidad, sencillamente porque, para decirlo en pocas palabras, son monopolios de Estado, no permiten la competencia y están infestadas de corrupción, desde sus bases.
Ya alguien me ha criticado en este blog, y fuera de él, por criticar siempre al PRI y al PRD y nunca criticar al PAN. Reconozco que es cierto, pero les pido comprensión e imparcialidad a todos y a continuación doy mis razones para tal supuesta parcialidad. Según yo, fue en tiempos del PRI cuando iniciaron (algunas) y se desarrollaron (todas) las siguientes cosas: el narcotráfico; la pobreza extrema en las ciudades; el abandono del campo; la emigración hacia Estados Unidos; la rampante corrupción de la burocracia; el bajo nivel educativo, etcétera. Los del PRD siempre fueron priístas, incluso López Obrador fue presidente del PRI en Tabasco (curioso: el himno del PRI en ese estado lo mandó hacer él): es decir, son lo mismo.
Si algo le puedo criticar al PAN, sería no haber resuelto con la rapidez y eficacia que se requiere los problemas heredados del PRI. Pero no le puedo criticar el haberlos generado.
Aunque pareciera que esta entrada ha cambiado mucho de tema, de la influenza a la política, en realidad, si bien se fijan, no son tan diferentes.

1 comentario:

Felipe Oliveira. dijo...

Hahaha comentare algo parecido a lo que comente casi al final de mi ultima entrada, por cierto tambien trata de la influenza (veo que esta en boca de todos, espero que solo se quede en la boca y no invada todo el organismo)
Habra que preparar las armas por si se arma la del Resident Evil Jeje.

Un saludo y un beso Che.