martes, 27 de septiembre de 2011

Fósil


Se me han terminado las palabras. Estas son fósiles de las que eran. A la mejor no soy el único, no son las únicas.

Ulises se va. Pelea en Troya, la admira en su destrucción, y regresa. Recupera a Penélope, recupera su lecho cálido y largamente deseado. Recupera los valles oscuras de Ítaca. Se dice satisfecho pero se da cuenta, sin darse cuenta, que no es lo mismo. Sabe que en el fuego se consumió algo más que el esplendor de Troya.

Un hombre que estuvo en el infierno (como todos alguna vez) camina por una calle y es de noche. Respira hondo y le agrada el viento fresco, eso que llaman la libertad. Pero le gustaría estar con ella. Le gustaría que sus pasos fueran acompañados por los pasos discretos, borrosos, de ella. Se para a media plaza, mira al ángel y siente la tentación de convertirse en estatua.