domingo, 5 de junio de 2011

Poema escrito bajo los efectos del Tafil

Yo estoy en mi casa, acalorada, un poco sofocante.

La ventana tiene una cortina semitransparente

así que no puedo saber que está la noche húmeda,

que están la calles mudas como los gatos que las recorren,

veloces y escurridizos como fantasmas;

que, más allá, está el canal, que es como un río apresado,

que siempre me ha parecido bello por triste y viceversa;

que hay casas y esquinas que nunca he visto ni veré,

que son la sombra y lo vedado;

más allá todavía, en las tierras altas, hay una casa que me espera

y un hijo pequeño, un hombre en blanco,

recién levantado de la muerte y de la nada,

que aún no me reconoce pero que me mira con pasmo, alerta.

Hay calles y calles y calles

y mendigos y putas y borrachos

y un aire fresco, de lluvia, que se cuela en los pasillos

de un hotel de paredes verdosas y despintadas

y de un bar de luces rojizas, como de un sueño.

Y hay muertos y vivos y rocas y arboles domesticados.

Pero yo salgo a mi balcón y sólo miro un oscuro laberinto,

tan acogedor como un mar embravecido.

1 comentario:

Taun We dijo...

No importa bajo que efecto nos encontremos o te encuentres al escribir, mientras lo sigas compartiendo...

Me ha encantado esta parte:

un hombre en blanco, recién levantado de la muerte y de la nada,

Me parece hermoso.

Se me han quedado los gatos en la mente,así de libres deberíamos ser.

Saludotoootes.