martes, 28 de junio de 2011

Dialogos

Ya se ha escrito mucho sobre el debate, o el diálogo o como se quiera definir, entre Sicilia y Calderón, así que quizá repetiré algunos lugares comunes. Aún así, me parece que es un hecho demasiado importante como para dejarlo pasar: no me acuerdo de ningún diálogo parecido, en Latinoamérica, entre un Presidente y un miembro de la sociedad civil, uno, además, tan crítico con el gobierno federal. Recuerdo debates, muy duros e intensos, entre la oposición española y Zapatero, por ejemplo. Incluso, entre Tony Blair, de Inglaterra, y el parlamento. El hecho de que no recuerde un caso en Latinoamérica no es difícil de explicar: aquí hemos sido, históricamente, presidencialistas. El gobernante, sea un dictador o sea un demócrata, es visto siempre como una autoridad completamente ajena a la población, la cual puede ser admirada o detestada, según el caso, pero nunca, jamás, confrontada y obligada a escuchar a la sociedad civil. Eso fue lo que pasó en el encuentro entre Sicilia y Calderón, y me parece histórico y, sobre todo, positivo.

La llegada del PAN a la presidencia en 2000 tuvo ese efecto: desmitificar a la figura presidencial. Sucedió, claro, desde Fox y se ha continuado con Calderón, el cual se ha abierto al debate como ningún otro presidente, sin temer a exagerar. Es curioso que, para muchas personas, esto sea un claro signo de debilidad gubernamental y que añoran, de un modo un tanto masoquista, la vuelta del presidente todopoderoso, estilo Salinas o De La Madrid. La vuelta al viejo sistema: de hecho, en la cuestión, por ejemplo, de la seguridad, esto ha sido, últimamente, el tema de moda. Ese “tema de moda” nos dice que la estrategia punitiva del Estado mexicano (olvidan decir que de una parte del mismo, es decir, el federal, porque los Estados están completamente fuera de todo esto) ha fallado, y que hay que pasar a la estrategia, dicen ellos, “disuasiva”. Esto ha sido expuesto, principalmente, por este artículo de Nexos. Y básicamente, la idea es volver a lo de antes. Estrategia disuasiva es, a fin de cuentas, un eufemismo académico de “hacerse pendejos solos”. En fin.

Somos un país en donde todos hablan de “avances” y de “progreso”, pero que mira, desesperadamente, hacia atrás, hacia el pasado. Y así, vamos a terminar tropezando y cayendo, otra vez.

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