viernes, 8 de abril de 2011

Ruinas


El silencio abundante de las calles que me recorren,

que me caminan.

Los parcos alimentos,

el agua del paraíso perdido limpiando mi garganta,

el asedio del sol a mi sombra

y las palabras desarropadas, como mendigos, durmiendo en las glorietas,

quemándose de frío.

Eso es lo que ha quedado.

Qué maravilla la muerte

que nunca muere.

Qué maravilla que los muertos

no llorarán en nuestro féretro,

que ya no pueden perder más,

que ya todo han ganado.

Dichosas las palabras

que son plenas sin importar el poema, logrado o mediocre, que conformen,

que se bastan a sí mismas,

solitarias y solidarias,

solícitas y solísimas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho lo que escribes!! Eres todo un profesional! Seguiré leyendo tu blog :)

Taun We dijo...

Qué maravilla que los muertos
no llorarán en nuestro féretro,
que ya no pueden perder más,
que ya todo han ganado.


Simplemente hermoso!!!


Saludos.

Alexandro dijo...

Profesional? Ya quisiera yo ¡¡¡ Pero muchas gracias. A las dos.

Carmen Troncoso Baeza dijo...

Alexandro
Me gusta el ritmo de tu poesia se muestra frontalmente, un abrazo desde Chile,