miércoles, 18 de agosto de 2010

La unidad


Es como si, de pronto, la unidad se deshiciera. Solo un momento antes, era un bloque compacto en mi mente, algo que yo podía, recuerdo, sentir con la precisión de un golpe. Era, parecía ser, definitivo.

Entonces, se disipa. La roca se disuelve. No: no se disuelve, se divide en cientos de fragmentos y estos se rechazan entre sí.

La unidad se ha ido. Mi cuerpo y mi mente se divorcian. Se odian. El humo hiriente del cigarro y el efecto del alcohol no pueden ya hacer nada.

Y es ahí cuando me quedo callado y, si tengo que hablar, mis palabras ya no son mías.

2 comentarios:

Olehonga dijo...

Me gusta este texto, en especial por que siento tu voz, FELICIDADES

Alexandro dijo...

Gracias, Eva. ¿Y tu blog?