martes, 27 de octubre de 2009

Vendetta


Estábamos yo y un compañero del almamáter muy aburridos y por ello comenzamos a hablar de esa novela interminable: la política. Novela negra, evidentemente, llena de villanos, de personajes temibles, cuya ansia de poder raya en lo ridículo. Podrían, esos personajes fatalmente reales, hacer tantas cosas buenas, que ayudarían tanto, y sin embargo…

Mi compañero de almamáter me dijo una frase que me ha estado retumbando en la mente cual tambor africano. No cargaba yo (imprudente de mi) con mi grabadora portátil para almacenar frases interesantes o repentinamente sabias, así que la frase no es textual, pero es claro el sentido: “las cosas en este país no cambiarán, hasta que la gente deje de tenerle miedo al gobierno y, en cambio, el gobierno le tenga miedo a la gente”.

La frase, por cierto, no es de quien me la dijo. Quien me la dijo, me dijo que era una frase de la película “V de Vendetta”, o algo así, la cual no he visto. Pero no importa, lo que importa es lo cierto de aquella frase: hasta que nosotros, los ciudadanos de a pata, comprendamos a cabalidad que somos los dueños del gobierno, que nosotros somos el poder, nuestra situación no cambiara.

Hace unos días, por ejemplo, pudimos todos observar el deleznable comportamiento de ese hooligan disfrazado de diputado, que se llama Gerardo Fernández Noroña, perteneciente al PT, que seguramente significa “Partido de los Tarugos” (jaja). El hombre con la peor suerte del mundo en ese día, Javier Lozano, quien funge como Secretario del Trabajo del Gobierno Federal, fue a dar algo así como un informe de actividades, pero el PT, el PRD y demás partidos insignificantes, o en camino de serlo, decidieron que ni de chiste se llevaría a cabo tal atrocidad, agraviados todos por el malestar popular ante la desaparición de los trabajadores de LyFC, que dios los acoja en su santo seno. Para tal propósito, se convirtieron todos en hooligans, en porros, en gritones y agresivos dizque diputados. Noroña no podía quedarse atrás en tan graciosa competencia, así que fue a sentarse a un lado de Javier Lozano (individuo para ese entonces completamente disminuido) y comenzó a burlarse de él y a gritarle insultos. En cierto momento, Noroña se acerca a Lozano y, demostrando el porqué es diputado y ejerciendo todo el conocimiento que lo llevó a ocupar tan alta posición, le dijo, doctamente: “¿verdad, cabroncito, que no es lo mismo usar la policía que dar la cara?”. Después, se sentó y, dándole la espalda a Lozano, comenzó a hablar por celular. Celular cuyo saldo, por cierto, se paga con los impuestos.

Haber: el trabajo de Javier Lozano consiste en muchas cosas, entre ellas, ir a dar esa especie de informe o comparecencia ante San Lázaro. Por otra parte, el trabajo de Gerardo F. Noroña, como diputado, tiene muchas variantes, pero una de esas variantes es escuchar atentamente al Secretario del Trabajo cuando el mismo vaya a dar su comparecencia. Repito: Noroña recibe un sueldo (6 000 pesos diarios) para que, entre otras cosas, escuche, comprenda, analice y, si así lo considera necesario, critique lo dicho en tal comparecencia (se supone que en los términos más respetuosos posibles, ya que no es un lavadero sino la Honorable Cámara de Diputados). Ese día, le pagamos 6 000 pesos a Noroña por haber sido, con mucho éxito por cierto, un porro. Por no hacer su trabajo.

Noroña se atreve a darle la espalda a cualquier funcionario federal y a ponerse a hablar por celular mientras se supone que tendría que estar trabajando, porque no le tiene miedo a la gente. Se siente intocable. Si yo tengo un trabajo pero soy un holgazán y hablo por teléfono todo el día, cuelgo cuando el jefe me está viendo, por lo menos. Porque temo que me despidan. Porque temo las consecuencias. Noroña puede hablar por teléfono en horas de trabajo sabiendo que las cámaras de las televisoras lo están tomando (de hecho lo hace para que las cámaras lo enfoquen, para llamar su atención) y que, por lo tanto, miles, millones de personas que le pagamos lo estamos viendo, porque no nos tiene miedo. Lo hace porque no siente que lo podemos castigar por no hacer su trabajo. ¿estará en lo correcto?

No hay comentarios: