domingo, 23 de enero de 2011

Mensaje


Tú todavía no lo sabes, pero te llamarás Santiago. Así será porque a nosotros, tus padres, nos gustó la sonoridad, un tanto melancólica, de ese nombre, pero no vayas a creer que fue fácil elegirlo. Estuvimos decidiendo durante un tiempo, pronunciando en voz alta cada opción para saber, a ciencia cierta, como queríamos llamarte, como queríamos que te nombraran tus amigos, que están acá esperándote o que, quizá, vienen, igual que tú, en camino; eligiendo el nombre que pronunciará tanta gente que se cruzará contigo en esto que apenas comienzas y que aprenderás a llamar vida; el nombre con el que te festejarán tus primeros pasos, las primeras palabras, las primeras señales de tu carácter y personalidad; eligiéndote el nombre que, en una noche fresca, más cercana de lo que tú crees, dirá en tu oído, despacio, alguna mujer amada; el nombre que yo espero no alcanzar a leer en tu tumba. Santiago.

Tú ni te lo imaginas, pero acá, en el mundo de afuera, ya te estamos esperando. Hay personas inquietas, esperanzadas, impacientes por mirarte, por escuchar tu primer llanto y poder ser los primeros en consolarte, en hacer cariñosas payasadas por escucharte reír. Te estamos preparando el camino, pero, ¿será suficiente?

Todavía no, pero tarde o temprano tendrás que saberlo: el mundo no es el paraíso y las personas, en ocasiones, no son los mejores compañeros de viaje. Pero, más seguido de lo que esperas, hallarás personas sabias y escucharás, en medio del bullicio incomprensible, palabras llenas de significado, verdaderas y valiosas, como diamantes enterrados. El mundo, Santiago, la vida, siempre te acerca, pareciera que te regala, lugares, cosas, gente, recuerdos, que te llenan de calma y por los cuales podrías, aunque parezca cosa de locos, dar la vida.

Tú no sabes, aún, estas cosas. Habitas tu mundo acuático, cálido y silencioso, en donde lo único que escuchas es el ritmo constante y arrullador del corazón de tu madre y, a veces, algunos curiosos ruidos externos: somos nosotros, que ya te queremos hablar, que ya queremos que nos escuches, Santiago. Que ya pensamos en ti, todo el tiempo.

4 comentarios:

Taun We dijo...

Hermoso mensaje y excelente elección.

Más allá de explicarles el mundo a los que están por venir nos es conveniente enseñarles a transitar por el sin tomarse demasiado en serio algunas cosas.

"Es más fácil construir un hijo fuerte que reparar un hombre roto."

Saludos, me han encantado sus letras.

Felicidades :)

Alexandro dijo...

Gracias ¡¡¡

Y si, espero poderle enseñar la importancia de una buena carcajada ante la adversidad, jejeje.

Saludos, Taun We.

· maría dijo...

Me ha encantado!

:)

Alexandro dijo...

Gracias, María.