miércoles, 25 de agosto de 2010

¿Qué esta pasando?

Los periódicos nunca son muy alegres. Cuando las notas no son sangrientas o trágicas, son ridículas, vergonzosas o banales. ¿Qué le vamos a hacer si son un simple reflejo de eso que llamamos “la realidad”?

Pero de eso a leer de la muerte, de la ejecución, de 72 migrantes centro y sudamericanos, en Tamaulipas, ya es otra cosa. Eso es ya algo que, en verdad, te desanima. Te baja la sangre. O te la sube, depende. Es, casi, como para no leerlo. Casi, de no ser porque, ni modo, hay que saberlo. Hay que entenderlo. Asimilarlo.

Esta entrada es completamente innecesaria, desechable. No vale un centavo. No pienses, lector (a), que encontrarás aquí ideas, argumentos racionales, estadísticas reveladoras. No. No hay nada de eso. No quiero analizar la muerte de esas 72 personas. Solo puedo imaginar que fue lo que pensaron cada uno de ellos, de ellas, cuando iban a ser ejecutados, como si no valieran nada, por un grupo de hombres que hacían bromas, reían, se burlaban de ellos. Pensarían en sus familias, en la gente que los quería. Pensaban que no había forma de salvarse, que nadie los iba a ayudar. Pensaban, a la mejor, que había sido un error meterse en estos territorios sin ley. Sin ley.

Aquí solamente hay una pregunta, ¿Qué está pasando? ¿Qué carajos estamos haciendo nosotros?

viernes, 20 de agosto de 2010

La actualización del sistema / La Revolución Mexicana, de Jean Meyer

La Revolución Mexicana, por Jean Meyer.
Editorial Tusquets, 3a Edición, mayo 2009
Traducción de Héctor Pérez-Rincón G.


La historia de la Revolución Mexicana es un compendio de traiciones. Al menos, esa ha sido mi muy particular lectura de este libro de Jean Meyer, en donde el autor de origen francés nos explica, nos describe, a grandísimos rasgos, cuarenta años de la historia mexicana, de 1900 a 1940, etapa toda que él considera como revolucionaria.

Y es que, en efecto, la Revolución, así con mayúscula, no reside solamente en los fusiles de los zapatistas ni en los temibles jinetes de la División del Norte, sino en las palabras, palabras políticas, de muchos hombres y mujeres. La Revolución, más que un confuso, intrincado movimiento armado, fue, más bien, un movimiento político. La cuestión militar fue solamente la consecuencia de dicha política, pero no su negación.

La Revolución, la que se lee en el libro de Meyer, está incluso dentro del porfirísmo, cuando aún el viejo león estaba sentado en la silla presidencial. Meyer hace un excelente análisis de la situación del país en esos años, de 1900 a 1910, análisis que se basa en los números, en la cifras exactas que nos hacen comprender que Porfirio Díaz sabía que su gobierno llegaba a su final pero que no quería reconocerlo, que no veía en nadie la dignidad para sucederlo. En esos años, ya está Madero, quien, curiosamente, comienza la Revolución, la inicia, con un libro: este hecho en un país casi completamente analfabeta ya es algo notable.

Luego, vendrá la lucha. Los años, las hambrunas, las batallas de las que nos hablan los corridos y, todavía, algunos hombres y mujeres que lo vivieron. Los tiempos heroicos. Primero, con el levantamiento de Madero en contra de don Porfirio, lo que se considera la primera etapa de la Revolución armada. La más suave. El gobierno de don Porfirio se derrumba casi con facilidad: era una vieja estructura sin cimientos ni fuerza para defenderse. La estrella de Madero se eleva, pero será una estrella fugaz. Victoriano Huerta lo mata, y entonces sí, la segunda etapa de la Revolución comienza, la etapa de las grandes movilizaciones humanas, la etapa de las más grandes batallas, la etapa de la crueldad. Los nombres de Francisco Villa, Emiliano Zapata, Venustiano Carranza, Obregón en Sonora, resuenan por todo el país igual al sonido de las balas. Cuando triunfa Carranza, cuando triunfa la Revolución, los revolucionarios que ganaron comienzan a matar a los revolucionarios que no alcanzaron a llegar. Matan a Villa y a Zapata y a tantos otros.

Triunfan los revolucionarios (al menos la facción de Carranza), pero pierde la Revolución. Los 25 años siguientes, narrados por Meyer, son la historia de la traición. La institucionalización de la corrupción. El nacimiento del Sistema. Y entonces, la Revolución que se hizo para desterrar a Porfirio Díaz y a su régimen basado en el servilismo y la obediencia, se sirve de los mismos instrumentos para perpetuarse en el poder: lo que antes eran las haciendas (en exceso satanizadas por los que vendrían después) ahora son los caciques, los sindicatos aliados completamente al gobierno, y un largo etcétera.

La revolución pierde cuando gana. Y pierde cuando gana porque se basaba en un principio falso: su capital humano. Se pensaba, se esperaba (después se vio que esa primicia era falsa), que los que vendrían serían mejores que los que estaban, que Carranza y Obregón y Plutarco Elías Calles, todos ellos revolucionarios, serían más nobles, más honestos que don Porfirio Díaz y su gabinete de ancianos. No lo fueron y, en muchos sentidos, incluso los superaron en lo que se refiere a corrupción, a violencia, a cinismo.

miércoles, 18 de agosto de 2010

La unidad


Es como si, de pronto, la unidad se deshiciera. Solo un momento antes, era un bloque compacto en mi mente, algo que yo podía, recuerdo, sentir con la precisión de un golpe. Era, parecía ser, definitivo.

Entonces, se disipa. La roca se disuelve. No: no se disuelve, se divide en cientos de fragmentos y estos se rechazan entre sí.

La unidad se ha ido. Mi cuerpo y mi mente se divorcian. Se odian. El humo hiriente del cigarro y el efecto del alcohol no pueden ya hacer nada.

Y es ahí cuando me quedo callado y, si tengo que hablar, mis palabras ya no son mías.

sábado, 14 de agosto de 2010

Una buena y una mala


1.- El semestre apenas comienza. Regreso a la apacible facultad, de pronto demasiado apacible. Vivo cerca, así que camino de mi casa al campus, siempre por la misma ruta, la Avenida, a esas horas llena de ruido y calor: gente de un lado a otro, carros a toda velocidad, camiones que pasan rapidísimo y a solo centímetros de los incautos peatones, como yo. De pronto, una ambulancia. De pronto, alguna pequeña e ignorada manifestación por quien sabe qué cosa. Pequeñas variaciones en una rutina que, esta sí, agradezco.

Siempre me ha gustado escuchar, al ir internándome en el campus (el viejo), como va perdiéndose, diluyéndose, el rugir de esta fiera que llamamos ciudad. El alboroto incansable de la Avenida va cediendo, gradualmente, el terreno a un silencio lleno de rumores, de sombra: el Cidech y sus árboles rescatados; la pequeña Bellas Artes es un curioso paréntesis, ya que se escuchan salir de los salones gritos y aspavientos dramáticos de la gente de Teatro, una guitarra por allá, un piano más al fondo y, si te asomas por las ventanas, te encuentras con una grupo de estudiantes con las caras pintadas como mimos o con alguna joven bailarina, aún amateur, de salsa. Cruzando la Explanada, llego al pequeño bosque de Filosofía y Letras: al fondo de los árboles, el edificio, con gente sentada en las ventanas (aún en las del segundo piso), y alrededor, en el pasto y en la entrada, los grupos de muchachos fuman, leen, conversan. Ya para entonces, el ruido de la ciudad es solo un eco.

2.- Los directores de la Facultad de Filosofía y Letras tienen una curiosa pasión por construir… aunque sea a medias. Ya van, según mis cálculos, más de doce meses de que se construyeron unos nichos alrededor del camino que va hacia la entrada de dicho edificio, que seguramente no estuvieron a precio de oferta, y los “bustos” que se supone montarían en esos nichos ni sus luces. Aún así, la atenta comunidad estudiantil siempre encuentra el lado bueno y útil de las cosas: hace meses que los pobres nichos se han convertido en mesas, sillas, barra de cantina y, de vez en cuando, hasta en camas (o algo parecido).

Ahora todos nos preguntamos qué coño estarán haciendo con el patio central, que alguien nombró, presocráticamente, el Jardín Epicuro. El presocrático jardín parece haber sido víctima de un bombardeo o algo parecido, y comienzo a sospechar que todo es una maniobra tramposa y maquiavélica para que nadie se acuerde ya de los bustos perdidos.

martes, 10 de agosto de 2010

Mariguana S.A. de C.V.


Felipe Calderón se opone, y con él muchos otros, claro, a la legalización de las drogas y defiende la estrategia seguida hasta este momento. Es evidente, por lo demás, que se tiene que hacer “algo”, es decir, cambiar en algún aspecto lo que se está haciendo, agregar cosas, quitar algunas otras, ya que seguir exactamente igual solo nos llevaría, y ya no solo al norte del país y algunas otras zonas más o menos específicas, sino a todo el país, a hundirnos en la violencia. Se pueden hacer muchas cosas: involucrar más, exigiendo resultados y transparencia, a los estados; la policía única; ir tras el dinero, en las cuentas bancarias aquí y en otros países, de los narcos, y un largo etcétera. La legalización de la mariguana es, claro, algo que se debe de considerar e incluir, aunque sea de forma parcial, en dichos cambios.

La cuestión está como sigue. La droga, a excepción del alcohol, el tabaco y los medicamentos tipo el Tafil y esas cosas, son ilegales, sin embargo:

1.- Si yo quiero droga, sea mariguana, cocaína o bien alguna droga más rara o fuerte, puedo conseguirla. Hoy mismo. Comparando precios, incluso.

2.- El narco, sobra decirlo, es aún fuerte. Quizá hoy más que nunca, en muchos sentidos. Es rico, controla territorios y gobiernos, mata sin dificultades.

3.- Los que ganan con este negocio son dos: los narcos y los que se corrompen para que el narco funcione.

Por lo que sé, el tabaco y el alcohol son bastante más dañinos que la mariguana, por ejemplo. Si alguien ha comprado (como, para mi vergüenza y bochorno, lo he hecho yo) el mezcal Tonayan, creo que se llama, de quince pesos el litro, que es menos limpio que las aguas del canal, sabrá lo anterior con bastante certeza. Si esa bebida, ciertamente dañina para cualquier cosa que toque, es legal, ¿porqué no puede serlo una porción de mariguana de calidad, bien cultivada y limpia?

La mariguana y la cocaína, al menos, como empresas establecidas (establecidas no por los narcos actuales, claro, a esos habría que meterlos a un calabozo estilo Joe Arpagio, el caza inmigrantes de Arizona): muchos empleos, mucho dinero en movimiento, muchos impuestos. Además, le restamos bastante (aunque no completamente) al problema de la inseguridad y de la violencia. El dinero y el tiempo gastados en combatir militarmente a esos poderosos cárteles los utilizamos para concientizar a los jóvenes a no meterse drogas y, si ya lo hicieron y son adictos y quieren salirse de eso, que tengan buenas instituciones que realmente les ayuden a salir de su problema, a curarse. Gradualmente, en la medida en que el plan vaya dando resultados positivos, se legalizarían todas las drogas, aunque esto último si es más discutible.

Los grupos criminales ya van más allá del narco: extorsiones, secuestros, robo de autos, asaltos, robo de combustibles, trata de personas y de órganos, piratería, robo de información personal, etc. Estos no se acabarían con la legalización de las drogas, claro, pero sí una buena parte de ellos. Algo es algo.

viernes, 30 de julio de 2010

México vs México


México funciona a pesar de México.


Los mexicanos funcionamos a pesar de los mexicanos. A pesar de nosotros mismos y de nuestros vicios, nuestras discapacidades como pueblo, a pesar de nuestra renuencia a mejorar, a protestar como se debe, a enojarnos con justicia y a no quedarnos en el sillón, mirando la televisión y sus noticias, que últimamente se gastan en puras notas rojas.


México funciona a pesar de México. A pesar de su pasado. A pesar de sus páginas de Historia, una historia de villanos que vencen, una Historia de sangre. Lo que vemos actualmente, ya lo hemos visto, una y otra vez, en asesinatos políticos desde que México es México. Es mentira que la violencia, así, nunca se haya visto. Ya habíamos probado, desde mucho tiempo atrás, los métodos de nuestro tiempo.


México funciona a pesar de México. A pesar de su presente que es un cuarto cerrado, una casa aislada, perdida en un desierto que esta perdido entre montañas de una belleza terrible, temible. En esa casa habitan dos hombres que son enemigos y que se buscan, desde hace siglos, ya desde hace siglos, incansablemente. Ahora, al parecer, se han encontrado y no encuentran el modo de matarse de una buena vez o perdonarse. No saben que hacer.


Los mexicanos funcionamos a pesar de los mexicanos. A pesar del humor que, de tan ácido, de tan negro, termina volviéndose una masa que, primero, no nos permite hablar. No podemos despegar los labios. Después, la espesa sustancia de nuestra risa sube a nuestro cerebro. A nuestras manos. Nuestros pies. Somos, entonces, una estatua que no significa nada. En la placa, dice: “Erase una vez…”


Este país funciona a pesar de este país. A pesar del ejército de burócratas que todo lo vuelven lento, ineficaz, que todo lo hacen sin ganas. A pesar del otro ejército, bastante más “eficiente”, desgraciadamente: el de las R 15, las AK 47, las granadas, el de los siniestros videos en donde un hombre muere a manos de otros hombres que, aunque se mueven y hablan y ríen, ya están muertos. México funciona a pesar de los partidos políticos de todos los colores, en donde se reúnen un grupo de cobardes, mentirosos y estúpidos seres humanos que lucran, que se llenan los bolsillos, que se dan la gran vida dejando que todo siga igual, dejando que este país caiga, que este país se hunda y con él todos nosotros. Dejando que yo me hunda, que los que leen esto se hundan, mientras ellos ganan, mientras ellos siguen adelante.


Este país funciona, crea, ríe en ocasiones, a pesar de su misma tristeza, a pesar de su amargura.

domingo, 25 de julio de 2010

El primer poema de este blog ¡¡¡

Cuando inicié este blog no sabía muy bien qué cosa iba a publicar, aunque creía que podría ser una combinación entre política y literatura junto a poemas míos y anécdotas de las cosas que me pasan todos los días. Sin embargo, los temas de literatura han quedado relegados a un penoso segundo lugar, mientras que los poemas y las vivencias diarias han brillado por su ausencia. Esto último se debe, a lo mejor, al hecho de que “las cosas que me pasan todos los días” pueden ser o muy aburridas y poco dignas de contarse o, quizá, demasiado inmorales o vergonzosas como para que me anime a escribirlas y publicarlas así sin más. El tema casi único ha sido la política, rama de la sociedad que da para innumerables, y en su mayoría inútiles, debates e interpretaciones: un auténtico rompecabezas.

Dicho lo anterior, he aquí el primer poema del blog ¡¡¡


ORACION DE UN AGNOSTICO

I

Este poema no tiene destino.

Podría, es cierto, llegar a tu lejanía,

al horizonte místico donde, quizá, te ocultas,

te dejas ver apenas, miras tu juego y mueves la pieza

para después volverte sombra.

Pero la realidad es un albur

y mis errantes palabras bien pueden hundirse

en el mar impasible de la nada

como un mensaje dentro de una botella

que se comerán las olas.

Pero la incertidumbre, esa trampa de la muerte,

ya se ha habituado a nosotros y nosotros a ella:

es el signo de nuestro tiempo.

Escribo estas palabras vagabundas,

ciegas kamikazes,

porque mi mano se ha extendido

y no solamente ha golpeado al aire,

porque mis tres ojos han escarbado en la sombra

y algo han percibido, fugazmente,

algo como un ágil fantasma o un relámpago.

Entonces, mi corazón, igual a una tumba que florece

ha dado un brinco y ha pedido la palabra.

II

Ahí están las palabras, desoladas

como los restos de un naufragio;

ahí están los días y están las noches

y el puente, fugaz e invisible, que los une separándolos;

ahí están los libros y están los años,

el primer llanto y el peso de la tierra que nos sepulta:

todo aquí, en esta búsqueda que no sabe que busca,

en esta escalera hacia el abismo.

Todo está aquí, ahora.

Todo está en el vacío insalvable

que existe entre los creyentes, arrodillados, y el altar

y la cruz tan ajena donde un hombre nos regala su sangre

y nos invita a lamer las heridas y a amar a los clavos

y en donde los rezos son como un salto mortal,

como una ruleta rusa.

Todo está en las manos de un viejo árabe

que tocan la tierra como si abrazaran a la eternidad

o en las de un hombre ya muy remoto, mas sin embargo cercano,

que sostiene el corazón sangrante del sacrificio

como si fuera la primera de las estrellas.

Y todo está en mi cerebro que es como un murciélago

y en las tropas invasoras del tiempo

que me fusilan, a la hora pactada, cada noche, cada mañana.

Todo está en el febril rumor de las hormigas y de los hombres,

en los perros que libran su batalla con la noche.

Ese es el rincón que no hemos visto,

porque de verlo nos sacaríamos los ojos

y es la voz terrible que nunca habremos de escuchar

y de la que solo nos llega el eco.

III

Dios,

mar muerto, mas sin olas ni palabras,

abismo metafísico donde resuenan

plegarias tan antiguas que ya no significan nada,

¿Dónde estoy en tu plan de vida y muerte?

¿Cuándo me toca el turno de mover la pieza

en tu juego de ira y de rencor, de fuego y renacimiento?

Sabio vacío, cadáver cósmico,

mis pensamientos, mi sangre, quieren asirte

mas solo encuentro espinas, como signos de interrogación,

solo un valle de tumbas y elegías.

viernes, 23 de julio de 2010

Elmer Mendoza en El País



El escritor mexicano, de origen sinaloense, Elmer Mendoza, a quien no he leído aún pero quiero leerlo (aún), concede una entrevista al diario El País, de España. En dicha entrevista, el tema principal es el narco. El panorama que nos pinta el señor Mendoza me hace pensar que estamos, todos los mexicanos, viendo una repetición a escala de la historia de Robbin Hood, en donde una banda, o muchas bandas, de sujetos al margen de la ley hacen cosas que están mal pero que, como no son tan malas como las que hace el Rey, pues se comprenden y se justifican. Dice el señor Mendoza que “el Gobierno politizó el fenómeno del narcotráfico”. Bueno, claro, todos sabemos que antes de Calderón el narco no tenía nadita que ver con la política y, que va, ningún político era influenciado por los intereses de los narcos, pero claro que no.
Pablo Ordaz, el entrevistador, iba con la idea de que los narcos son criminales, pero de pronto Elmer Mendoza lo corrige de su incorregibles error. Ordaz pregunta que como percibe la gente en Sinaloa el acoso de los capos, y Mendoza responde, como si fuera algo obvio, que “el acoso que percibe la gente es el de los militares. El Ejército significa violaciones, significa asesinatos. En mi tierra empezó la guerra el día que los militares mataron a una familia completa”. Después de esta revelación, Ordaz habrá sacado en conclusión que los grupos criminales se dedican más bien a las obras caritativas y que son más parecidos a los Rotarios o a Caritas que ha las mafias italianas y esas cosas.
Ordaz ya no sabe de que tema está hablando y piensa haberse equivocado de entrevistado, pero, aún así, le comenta a Mendoza que el gobierno actual (y no solo el gobierno, sino un buen número de conocedores del tema) ha dicho que, de no haber comenzado esta ofensiva, el narco habría elegido al próximo Presidente, a lo cual Mendoza responde con otra revelación, utilizando de nuevo su tono de “es obvio que no sabes un carajo del tema”: “ Es una postura equivocada. Hay rumores de que el narco siempre ha tenido que ver con la elección del presidente. Que hace mucho que está poniendo presidentes”. Si hay “rumores”, no pruebas, entonces podremos concluir que el comentario de Mendoza es un rumor derivado de otros rumores, es decir, un doble rumor, o bien, una paparruchada.
Con todo, aún lo quiero leer. Dicen, hay rumores, de que sus novelas sí son buenas.

lunes, 19 de julio de 2010

De aquí a seis años



Tardíamente, escribo sobre el triunfo del PRI a la gubernatura de Chihuahua. Debo reconocer, para comenzar, que me ha sorprendido bastante la ventaja que Cesar Duarte le ha sacado a su principal rival, Carlos Borruel: pensé, equivocadamente, que, dadas las circunstancias actuales de nuestro Estado, la mayoría de la gente saldría a votar. No pensé que el principal protagonista de estas recientes elecciones fuera la apatía, el desánimo, la actitud de “me vale madres quien gane porque todos son igualitos” y esas cosas. Pensé, o tenía la esperanza, de que la mayoría saldría a votar debido, precisamente, a la crisis de seguridad y económica que estamos viviendo, que estamos padeciendo. No fue así y terminó votando, promedio, un 35 por ciento del padrón, con la excepción de algunos y contados municipios (curiosamente, en los de la Sierra Tarahumara hubo buena votación, proporcionalmente, claro). Conecto las dos cosas (el triunfo del PRI y la bajísima votación) porque yo no quería que ganara Duarte y se sabe, por historia, que al PRI nunca se le ha ganado con bajas votaciones. En esos casos, su histórico “voto duro” lo impulsa y le da el triunfo. Una votación baja, pues, siempre es buena noticia para el PRI.
No creo que Cesar Duarte sea una mala persona y me parece que ganó el que hizo una mejor campaña o al menos el que hizo más campaña. Además de hacer la campaña necesaria, el PRI sacó partido de los errores del PAN. Por ejemplo: a nivel municipal, al menos en Cuauhtémoc y en Chihuahua, el PAN se equivoca garrafalmente, al menos a mi me parece, en la elección de sus candidatos a alcaldes: en Chihuahua, Toño Valdez, que ya desde el nombre pierde puntos, no? En Cuauhtémoc estaba Gustavo Prieto, un sujeto más o menos conocido por estos rumbos pero que realizó una campaña bastante curiosa: básicamente, su campaña fue no hacer campaña. Actualmente, resido en Cuauhtémoc y nunca escuché una sola entrevista de Prieto o algún spot televisivo o, ni siquiera, un mitin en la plaza o en cualquier otra parte. Simplemente, no hubo campaña, ergo, ganó el PRI, con una ventaja histórica a nivel municipal, por cierto.
Ganó el que hizo mejor campaña, no necesariamente el mejor. Es una lastima que el abstencionismo haya sido tan elevado porque, sencillamente, era bien importante quien ganara: si no sucede algo, si no hay un gobierno estatal verdaderamente comprometido con acabar con la delincuencia y con hacerse cada vez más eficiente y transparente, Chihuahua va a terminar muy mal. Es una lastima, pues, que haya ganado Cesar Duarte, porque, al menos a mi, nada me indica que Duarte vaya a hacer las cosas de modo distinto a como las ha hecho Reyes Baeza. Es la misma gente, por tanto es más de lo mismo: todo lo que pasa es culpa del gobierno federal y, por tanto, yo no puedo hacer nada y solo me entretengo pidiendo cada vez mayores recursos.
Yo creo que todos esperamos que Cesar Duarte trabaje bien y que tenga buenos resultados, todos queremos que le vaya bien porque, sencillamente, todos estamos en el mismo barco. Nadie, por más poder que tenga, está a salvo hoy en día. Pero, sinceramente, soy bastante pesimista en cuanto a los resultados que Duarte pueda entregar.
Espero estar bien equivocado y que la realidad me contradiga.

sábado, 29 de mayo de 2010

El mártir San Gregorio


Y luego que ni el Gobierno Federal les ayuda para que se crean, ellos mismos y ellos solamente, el cuento chino de que panistas y perredistas pueden convivir sanamente, sin intentar sacarse los ojos con el mismo bolígrafo con el que han firmado sus acuerdos. Justo en el momento en que Cesar Nava, presidente del PAN a nivel nacional, está apostando muchísimo poder y credibilidad política en esas laberínticas alianzas con el perredismo de Jesús Ortega, carajo, justo cuando al mismo Jesús “El Choloscuincle” Ortega, presidente nacional del PRD o al menos de una de sus innumerables facciones, ya no le sabe tan mal la boca cuando dice que cree firmemente en dichas alianzas y que no hay ninguna contradicción entre los insultos e improperios de hace apenas un año y estas nuevas amistades, viene la PGR, haciéndose la mala, y detienen a San Gregorio Sánchez, mejor conocido con un simpático y campechano “Greg” y candidato a la gubernatura de Quintana Roo por el PRD.

Pero pues yo no entiendo a nadie. Greg es un político relativamente joven y bien posicionado en cuestión de popularidad en Quintana Roo y además, y esto siempre cuenta aunque muchos no lo crean, tiene una esposa guapa y cubana, de nombre exótico: Niurka Sáliva. Antes de ser candidato a gobernador, se desempeñaba como presidente municipal de Benito Juárez, municipio en donde se sitúa, nada menos, Cancún y su minita de oro, constante y sonante, del turismo. Yo recuerdo que lo escuché, hará unos siete u ocho meses, en una entrevista que le hizo Fernanda Familiar en su programa “Que tal, Fernanda” de Radio Imagen, donde el dichoso Greg se desató de lo lindo y no paraba de elogiar a Cancún y a sus maravillosas playas y todo eso, haciendo reír bastante a la Familiar y con un tono de voz jovial y enérgico, que no se parece en nada, hay que decirlo, a su cara. Me cayó bien, pues. Y ahora resulta que el mismo sujeto está implicado en bastantes actividades delictivas, principalmente como colaborador de los cárteles de los Beltrán Leyva y de los Zetas e, incluso, que podría estar involucrado en el asesinato, ocurrido el 3 de febrero del 2009, del General Mauro Enrique Tello Quiñones, considerado, hasta el día de hoy, el militar de mayor rango asesinado durante este sexenio o, al menos, durante la llamada guerra en contra del narcotráfico (el General fue salvajemente torturado y después le pegaron un tiro de gracia). Esto ocurrió cuando Greg ejercía como presidente municipal y, según entiendo, la totalidad de sus más cercanos colaboradores en el tema de la seguridad fueron detenidos, aún lo están, por implicaciones con dicha ejecución. Greg ha sido llamado a declarar ya en varias ocasiones y, como había sobrados motivos para que el PRD lo lanzara como candidato a gobernador (popularidad, carisma, etcétera), la PGR le avisó al partido del sol azteca, desde enero, que se estaba integrando una averiguación previa en contra de Greg. Aún así, el PRD se puso necio y lo lanzó y dicha averiguación previa ya está integrada y hace unos días, ha resultado que Greg ha sido detenido.

Según entiendo, hay bastantes posibilidades de que Greg, en efecto, no sea una blanca palomita. Desde el inicio de su carrera política ha estado en medio de sospechas por enriquecimiento ilícito, por la cuestión de que en diez años pasó de no tener mucho a ser un “próspero empresario”, según palabras de Miguel Angel Granados Chapa en esta entrevista, en el programa de Carmen Aristegui. Además, al menos según la PGR, existen algunos “testigos protegidos” que hablan de la colaboración de Greg con los cárteles más arriba mencionados.

A pesar de ello, México es un país con un pasado que nos ha hecho bastante perspicaces en lo que se refiere a la utilización de la justicia en tiempos electorales y, de hecho, en todo tiempo. Así, el PRD ya declara que hay tintes políticos en esta detención, aún cuando, desde enero, tuvieron conocimiento de que la Procuraduría tenía en la mira a Greg, por razones que, siendo sinceros, no podemos considerar despreciables.

Caray, estas cosas sí que pueden romper amistades, aún cuando lo que esté en juego sean varios estados de la República.